En las últimas semanas se ha comentado en los medios la medida de rescate a la economía consistente en aplicar el IVA a alimentos y medicinas.
Como que ya se está volviendo fácil cargar el gasto del estado en quienes sufren de lleno los efectos de la crisis. En vista de que no se ha podido lograr una eficiente política fiscal y la recaudación de impuestos está en los menores niveles, pues es sencillo agarrar recursos de donde forzosamente se inclina el gasto de los ciudadanos.
Para la persona promedio, la crisis significó olvidarse de gastos superfluos como vacaciones, paseos, gustitos o como los quieran llamar. También de revisar las limitadas opciones en otros gastos, o como vulgarmente se dice, apretarse el cinturón.
En lo personal, estoy consciente de que una medida eficaz e inmediata al problema fiscal no es posible, ya que incurren diversos factores como la educación financiera de los ciudadanos, la credibilidad en el destino de los tributos recaudados, la equitativa repartición de los mismos a los estados, etcétera. Por lo cual se deben de tomar medidas como la nada popular del IVA sobre alimentos y medicinas.
Aunque, si bien creo que la imposición al consumo es una forma mas eficaz de recaudación que la imposición al ingreso, se debería revisar esta última.
Históricamente hemos visto que el pertenecer al aparato de estado es mas que un estilo de vida. Es como un privilegio cuasi-nobilístico, y ¡cómo no iba a serlo! Las percepciones de muchos funcionarios se dividen en un sueldo base, el cual sí se grava, y una compensación garantizada de hasta mas de diez veces el sueldo base y que no sufre de ningún gravamen.
En cambio, quien no se encuentra en esta situación privilegiada se pregunta a donde van todas esas deducciones que aparecen en su recibo de nómina y que, entre mas ganas, mas te quitan.
Por eso creo que se debe revisar el tipo de consumo que se debe de gravar, sobre todo de aquel que tiene la posibilidad de consumir en buena medida y de esa forma impulsar la estancada economía actual, en vez de seleccionar un mercado ya de por sí castigado por el solo hecho de que es garantía de que para comer y para combatir la enfermedad seguirá consumiendo.
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