martes, 18 de agosto de 2009

Imposición al consumo vs. IVA en alimentos y medicinas

En las últimas semanas se ha comentado en los medios la medida de rescate a la economía consistente en aplicar el IVA a alimentos y medicinas.

Como que ya se está volviendo fácil cargar el gasto del estado en quienes sufren de lleno los efectos de la crisis. En vista de que no se ha podido lograr una eficiente política fiscal y la recaudación de impuestos está en los menores niveles, pues es sencillo agarrar recursos de donde forzosamente se inclina el gasto de los ciudadanos.

Para la persona promedio, la crisis significó olvidarse de gastos superfluos como vacaciones, paseos, gustitos o como los quieran llamar. También de revisar las limitadas opciones en otros gastos, o como vulgarmente se dice, apretarse el cinturón.

En lo personal, estoy consciente de que una medida eficaz e inmediata al problema fiscal no es posible, ya que incurren diversos factores como la educación financiera de los ciudadanos, la credibilidad en el destino de los tributos recaudados, la equitativa repartición de los mismos a los estados, etcétera. Por lo cual se deben de tomar medidas como la nada popular del IVA sobre alimentos y medicinas.

Aunque, si bien creo que la imposición al consumo es una forma mas eficaz de recaudación que la imposición al ingreso, se debería revisar esta última.

Históricamente hemos visto que el pertenecer al aparato de estado es mas que un estilo de vida. Es como un privilegio cuasi-nobilístico, y ¡cómo no iba a serlo! Las percepciones de muchos funcionarios se dividen en un sueldo base, el cual sí se grava, y una compensación garantizada de hasta mas de diez veces el sueldo base y que no sufre de ningún gravamen.

En cambio, quien no se encuentra en esta situación privilegiada se pregunta a donde van todas esas deducciones que aparecen en su recibo de nómina y que, entre mas ganas, mas te quitan.

Por eso creo que se debe revisar el tipo de consumo que se debe de gravar, sobre todo de aquel que tiene la posibilidad de consumir en buena medida y de esa forma impulsar la estancada economía actual, en vez de seleccionar un mercado ya de por sí castigado por el solo hecho de que es garantía de que para comer y para combatir la enfermedad seguirá consumiendo.

lunes, 3 de agosto de 2009

Compasión y soberbia, entrega y autoestima.

Hay una película llamada Dogville, dirigida por Lars Von Trier y protagonizada por Nicole Kidman, que tiene un formato interesante, y que me recuerda la analogía que cito en el título.

La trama de la película recae en esa delgada línea entre lo que creemos que es correcto y lo que realmente estamos haciendo.

Lo que parece un primer acto de compasión se convierte en un pretexto para exigir. Y posteriormente, abusar.

Grace acepta humillaciones derivadas de los trabajos que los habitantes de Dogville, a cambio de esconderla de la mafia, le asignan como retribución a su amabilidad.

Ella cree que se debe a ellos por aceptarla en una condición que no es la mejor.

Después, cuando tiene la oportunidad de vengarse no lo hace por compasión. Los perdona con el argumento de que no saben lo que hacen. Justificación.

Su padre, quien le da la oportunidad de vengarse le hace ver que al tratar de ser compasiva, argumentando la ignorancia, se convierte en soberbia, por pensar que está por encima de los ignorantes de Dogville que no pueden ver sus errores. Y ella sí.

Hay quienes se entregan, justificando a quien los humilla o desvaloriza argumentando mil razones, entre ellas el amor. ¿Hay amor donde no hay autoestima?