Ayer conversaba con un buen amigo sobre las consecuencias de nuestros actos y el constante cuidado de que no vaya a ser que el "Karma" se aparezca a retribuirnos con cosecha conforme a lo sembrado.
De alguna manera tocamos el tema de la última meta, para aquello para lo que nos estamos preparando, el propósito de la vida, y me acordé de los copos de nieve.
Por qué los copos de nieve? Alguna vez escuché eso de que no hay dos copos de nieve idénticos, y por lo que he visto, sus estructuras son simétricas y hermosamente elaboradas.
Los más romanticos pensarán que Dios se pone a dibujarlas o a diseñarlas como manifestación de lo complejo dentro de lo imperceptible. La belleza de los detalles más mínimos.
Pero, además de poder contemplar los diseños de los efímeros copos de nieve, ¿qué mas hay?
Me acordé de cómo se desarrollan nuestras vidas, como una maraña de detalles encaminados a una perfección o a una meta sublime.
En lo personal no creo en un destino predeterminado y no me puedo explicar las coincidencias o casualidades.
Tal vez nuestras vidas son como los copos de nieve, complejas, estructuradas, casuales, bellas, en ocasiones contempladas y las más, ignoradas.